17 de diciembre de 2012

Navidad, tiempo para llamar a la indignación y a la acción

A propósito de la Navidad, comparto la carta de Miguel Ángel Remírez Oses, un amigo consecuente, solidario y luchador.


Davao, 10 de diciembre de 2012

Queridos/as hermanos/os y amigos/as:

Desde Davao, Filipinas, un saludo cariñoso para todos con ocasión de la cercana Navidad. Teniendo en cuenta la situación de incertidumbre, inseguridad e incluso hambre por la que están pasando decenas de miles de familias en España… y teniendo delante la desolación que el pasado día 4 de diciembre dejó el tifón Pablo a su paso por las provincia de la región Davao: los muertos pueden ascender a mil; los sin casa, miles de familias, y los daños materiales, sin cuento… Teniendo todo ello en cuenta, no sé si es tiempo para desear felicidad o para llamar a la indignación.

¿Por qué llamar a la indignación? ¿Indignarse ante una crisis económica?, ¿indignarse ante un fenómeno de la naturaleza?... Las cosas no ocurren porque sí, porque tienen que ocurrir. Hay causas y hay culpables. Todos sabemos que la profunda crisis económica por la que está pasando España y otros países europeos tiene su origen, en gran parte, en la avaricia y el desmedido afán de acumulación de riquezas de unos pocos y en la corrupción y el desgobierno de muchos. Con razón, las masas están indignadas… Los tifones no los programa nadie; son fenómenos de la naturaleza, a veces impredecibles. Pero cuando después de la catástrofe uno escucha que en las zonas más afectadas se ha practicado la tala ilegal y/o indiscriminada de árboles y la minería ilegal que dejan las laderas de los motes desnudas por donde luego desciende la muerte en forma de agua, lodo y piedras… esto nos indigna.

¿Qué haría ese Jesús cuyo nacimiento celebramos en la Navidad? ¿Qué diría ese Jesús que gritaba por los caminos y calles de Galilea que “El sufrimiento de los inocentes debe ser tomado en serio”? El anunciaba y hacía “buenas noticias”, pero se indignaba cuando se oprimía al pobre, se excluía al que puede menos o se despreciaba la vida. Jesús viene a despertarnos de nuestro letargo e indiferencia y a animar nuestra indignación contra todo tipo de injusticia.

Pero ese mismo Jesús que fue un luchador contra la indiferencia y el escepticismo nos trae también esperanza. Su indignación, como dice J.A. Pagola, “se convierte en imaginación creativa y en gestos de bondad. Da gestos de aliento porque cree en un Dios Amigo de la Vida”. El nos grita también que algo se puede cambiar. Decir que la situación no tiene salida, es falso. Esta situación de injusticia y de dolor no es lo que Dios quiere. Podemos hacer un mundo más humano si somos más solidarios.

Ese mismo Jesús que celebramos en la Navidad nos dio ejemplo de solidaridad y sembró la semilla de la fraternidad universal. El testimonio de su vida tiene una fuerza inmensa y, después de dos mil años, su ejemplo sigue animando la marcha de millones de personas solidarias.

¿Cuál va a ser tu gesto de solidaridad en esta Navidad? Nuestra pequeña comunidad de Acción Solidaria de Davao ha decidido hacer un esfuerzo especial para ayudar a parientes (varias familias) de uno de nuestros aspirantes (Denis) a quienes el tifón Pablo dejó en la calle sin casa y sin pertenencias.

Que vuestra indignación os lleve a la solidaridad… A todos os deseo una Navidad muy solidaria, con JESÚS, EL HOMBRE MÁS SOLIDARIO QUE JAMÁS EXISTIÓ.

Miguel Ángel Remírez.

24 de noviembre de 2012

Buscando respuestas


Dime
A qué sabe la subordinación
De qué color es la humillación
Cómo duele la agresión.

Dime
Cómo se responde un insulto
Cómo se enfrenta el temor
Qué se hace ante una prohibición.

Dime
Cuántas caras tiene la violencia
Quién es su embajador
Cuánto desgarra el corazón.

Dime
Dónde has dejado la fortaleza
En qué etapa se extravió
Quién pudo ser el que se la apropió.

Dime Mujer
Por qué tolerar más dolor
¡Levántate!
Y haz de tu bandera la rebelión. 

Eliana Pérez Barrenechea.
A propósito del 25 de noviembre,
día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer.

1 de noviembre de 2012

La comunicación y su relación con el desarrollo


La relación entre comunicación y desarrollo se fundamenta en una premisa elemental: la comunicación es dimensión básica de las relaciones humanas y socioculturales y toda acción de desarrollo se sitúa en estas relaciones subjetivas, objetivas y complejas. La comunicación es necesaria para  la articulación de actores sociales que protagonizan los procesos de desarrollo.


Al decir de Alfaro (2006:79), se trata de “una comunicación viva que compromete los imaginarios y deseos de la gente en la línea de resolver sus problemas, alimentar esperanzas o sueños, generar cambios sostenibles y salir adelante, siendo protagonistas de la ruta emprendida”. Si bien estas reflexiones nos ofrecen con claridad la vinculación entre comunicación y desarrollo, tal situación requiere un análisis amplio que atienda la complejidad de esta relación, la misma que no ha sido suficiente para explicar estos procesos que por añadidura son dinámicos y cambiantes.

Comunicación y Desarrollo son dos conceptos con su propio contenido teórico que en el campo de la práctica primero, y de las ciencias sociales luego, se han ido articulando, produciendo un nivel de complejidad que ha merecido un abordaje específico en algunas cátedras universitarias y en instituciones comprometidas con acciones de cambio social.

Existe un debate teórico sobre la naturaleza de la comunicación y la definición de su campo. Del mismo modo, “la noción de desarrollo estuvo siempre en crisis, provista de reduccionismos o en proceso de modificación” (Alfaro;2006:19), es así que la reflexión sobre desarrollo se encuentra en una re-construcción permanente, según la dinámica histórico-social y las distintas posiciones teóricas e ideológicas con las que se aborda, cada una de las cuales ha elaborado sus propias propuestas y enfoques de desarrollo.  

Siendo así que la comunicación y el desarrollo suponen campos de estudio particulares y pragmáticas de acción específicas, su convergencia en el plano de las ideas, las concepciones y la praxis de intervención, han hecho necesario un esfuerzo integrador en el devenir de las ciencias sociales, dando lugar a trabajos interdisciplinarios a los que la comunicación se acerca tímidamente aún.

Las reflexiones teóricas recientes sobre comunicación para el desarrollo la han rescatado de la reducción instrumentalista y han permitido que la entendamos como un proceso de diálogo privado y público, a través del cual las personas deciden quiénes son, qué quieren y cómo pueden obtenerlo. En suma, facilita que las personas vayan asumiendo protagonismo activo y consciente de los procesos de su comunidad y sean dueñas de su propio discurso personal y social.

En el Congreso Mundial de Comunicación para el Desarrollo, realizado en Roma en el 2006, se le definió como un proceso social basado en el diálogo usando un amplio abanico de instrumentos y de métodos. Requiere de la búsqueda de un cambio a diferentes niveles que incluya la escucha, la construcción de la confianza, compartir el conocimiento y las habilidades, la construcción de políticas, el debate y el aprendizaje a favor de cambios importantes y significativos.

A pesar de estas definiciones, consideramos que la comunicación para el desarrollo es una categoría en constante revisión; coincidiendo con Cristian Ozaeta, quien la considera como un constructo actual y permanente (Gularte y otros; 2008: 50).

Su definición se hace más compleja cuando nos preguntamos: ¿si es comunicación para el desarrollo, para qué desarrollo se implementa?, ¿qué modelo de desarrollo busca?, ¿qué comunicación es necesaria?

Las respuestas a estas interrogantes  pueden ser distintas, de acuerdo al enfoque de desarrollo en el que se enmarcan las propuestas de comunicación. Por esta razón, a pesar de sostener el término de comunicación para el desarrollo, convertido en categoría, la consideramos como una comunicación para la transformación social. Es decir, no subordinada a un enfoque de desarrollo impuesto, sino como constructora de procesos endógenos – desde la concepción e intereses de las comunidades – hacia la generación de cambios significativos en las estructuras sociales y en las estructuras subjetivas de las personas.

Por ello, la comunicación para el desarrollo requiere no sólo una práctica metodológica, sino -ante todo- la capacidad de poner en debate las concepciones y enfoques predominantes del desarrollo, observar con rigurosidad analítica lo que hasta ahora se ha realizado, lo que se ha logrado y lo que ha resultado un fracaso; tratando de explicar los sentidos de estas intervenciones.

No se trata de acoplarnos a la renovada hegemonía del desarrollo, impulsada por organismos financieros internacionales, sino de trabajar en las posibilidades de la comunicación para la promoción de la liberación personal y de la transformación social.

Finalmente, considero que la comunicación para el desarrollo en nuestros países del sur, debe ser reconstruida permanentemente por nuevas teorías, por propuestas más propias, congruentes con nuestras realidades y con las experiencias que vayamos desarrollando. Le es necesario también una dosis de doctrina disciplinar, no para sesgar los aportes que desde la investigación científica logre ni para retroceder a  purismos disciplinares, sino, para estimular su estudio y práctica, guiándola por principios de justicia, humanización, respeto, auto-determinación, equidad y liberación.

Referencias bibliográficas:
Alfaro, Rosa María. (2006). Otra brújula. Innovaciones en comunicación y desarrollo. Ed. Calandria. Perú.
Gularte, Eduardo y otros. (2008). Otra comunicación para otro desarrollo. Ed. Centro de Comunicación para el Desarrollo. Guatemala.

13 de septiembre de 2012

Más allá de la violencia doméstica


¿Cómo entender la situación de subordinación de muchas mujeres? Una lectura integral de este problema nos conduce a un análisis que va más allá de los indicadores de violencia física.

Hablar de violencia de género, demanda hablar de poder y de las relaciones inequitativas que del ejercicio de éste hacen los varones en relación a las mujeres. 

Luis Bonino, sustentado a su vez en el análisis del sociólogo francés Foucault, señala dos acepciones popularmente utilizadas: El poder autoafirmativo, por el cual se tiene la capacidad de hacer, el poder personal de existir, decidir y autoafirmarse, y que requiere para su ejercicio de legitimidad social; y, el poder de dominio, que da capacidad y posibilidad de control y dominio sobre la vida o los hechos de los otros (y las otras), básicamente para lograr obediencia y lo de ella derivada. En este segundo tipo de poder, que es el de quien ejerce la autoridad, se usa la tenencia de los recursos para obligar a interacciones no recíprocas, y el control puede ejercerse sobre cualquier aspecto de la autonomía de la persona a la que se busca subordinar (pensamiento, sexualidad, economía, capacidad decisoria, etc.).

En sociedades androcéntricas como la nuestra, estas manifestaciones de poder son ejercidas por los varones sobre las mujeres, siendo aprendidas por generaciones y produciendo relaciones desiguales entre géneros, y por ende una situación de subordinación de ellas.

Estas relaciones inequitativas, que han ido ubicando a los varones en el ámbito público (participación política, trabajo remunerado, prestigio social) y a las mujeres en el ámbito privado (rol reproductivo, exclusión del recurso económico, menor valoración social), obedecen a múltiples factores ideológicos, económicos y políticos, históricamente configurados. Precisamente, una de las formas más evidentes de esta asimetría de poder, es la división sexual del trabajo, más presente en países dependientes, que excluye a las mujeres de la actividad económica en la vida social, poniéndolas en desventaja y vulnerables.

Es oportuno reconocer todas estas asimetrías tanto en el ámbito familiar como en la vida social, para enfrentarlas con propuestas visibles y efectivas en ambos planos.

Como se ha señalado, hablar de violencia contra las mujeres, es un tema complejo y definitivamente no es sólo un tema de violencia física, también se trata de otras formas invisibilizadas de violencia que se producen tanto en las relaciones de pareja como en las relaciones sociales, principalmente del trabajo y la educación.

No podríamos abordar en un breve artículo todas las implicancias que esta situación engloba: aspectos socio-históricos, culturales, económicos hasta aquellos elementos simbólicos y de orden subjetivo. Simplemente pretendo llamar la atención de mujeres y varones, de movimientos y partidos políticos, de organizaciones no gubernamentales, de la sociedad civil. Tenemos una agenda pendiente, contribuir a dar un paso más delante de los alcances normativos (en los que sí ha habido avances) a los espacios de la cotidianidad y del ámbito privado. Y claro, las autoridades y el cuerpo institucional – en todos los niveles – tienen la responsabilidad ineludible y penosamente  no asumida con efectividad de generar condiciones de justicia y mayores oportunidades para las mujeres de nuestro país. 

3 de julio de 2012

Comunicación en ONGD, una revisión a la formativa y aplicación de la Comunicación para el desarrollo


La práctica de comunicación en las ONGD si bien ha avanzado de la difusión de actividades a través de los medios informativos, aún está lejos de promover perfiles dialógicos y propuestas de una comunicación para el desarrollo madura, atenta a los procesos culturales, socioeconómicos, políticos y a las condiciones subjetivas del ser humano, partícipe central  de las iniciativas de desarrollo.

Tal situación es perfectamente entendible, puesto que es consecuencia del abordaje operario de la formación de comunicadores/as y del acercamiento instrumental que desde sus inicios  ha tenido la comunicación a las propuestas de desarrollo.  

Ya lo revela Rosa María Alfaro, en su libro Otra brújula: “Para muchos la comunicación resulta ser una confluencia de habilidades y experticias más prácticas, como la publicidad, el periodismo, la producción de programas y campañas de marketing, etc., cuyos sustentos teóricos ingresan muy débilmente, en algunos casos son casi inexistentes (…) Los acercamientos (entre comunicación y desarrollo) desde un inicio fueron completamente desiguales porque el desarrollo fue pensado como políticas de transformación social, frente a una realidad reconocida como desigual y la comunicación, definida como herramienta de acción definiéndose así un lastimoso ingreso instrumental. Es decir si bien en el primer caso se da un anclaje disciplinario, en el segundo su aparición es sólo metodológicamente útil. De allí que el principal perfil profesional exigido a la comunicación era y aún es el del productor de medios y materiales o el organizadores de campañas publicitarias” (Rosa María Alfaro; 2006: 18).

El reto es avanzar hacia la ruta de una comunicación no instrumental sino como disciplina social clave para el perfilamiento de políticas de desarrollo y para los objetivos de transformación social. Éste es un camino – en el decir de Rosa María Alfaro – de incertidumbres, que debemos recorrer, recogiendo los aprendizajes y las teorías más frescas y avanzadas en materia de comunicación y desarrollo, para seguir aportando como comunicadoras/es, desde una perspectiva disciplinar, a la transformación social.

Este esfuerzo debe corresponder en general a todos los desempeños de comunicadores/as, y contrastar la actual  actuación prioritariamente operativa que se impone en la región, debido a la orientación ‘tecnicista’ que predomina en la formación universitaria de comunicaciones, pareciendo ésta una extensión de la formación operativa que antecedió la enseñanza como disciplina social en las universidades. En otros términos, la re-edición de viejos nudos conceptuales, técnicos u operacionales, legitimados con “nuevas vestiduras universitarias”, expresa el pensamiento y la práctica comunicacional en vinculación con antiguas consideraciones y entendimientos.

Frente a estas condiciones, deberíamos preguntarnos: ¿qué tipo de formulaciones y propuestas en comunicación se deberían producir, de tal manera que las diferencias sociales que se observan no se profundicen?, ¿qué tipo de formulaciones y propuestas en comunicación se deberían producir, de tal manera que las diferencias que se observan pudieran superarse?

Esta reflexión debe ser una preocupación constante en las escuelas de Ciencias de la comunicación. Ante estas inquietudes, considero que los comunicadores/as, especialmente los que nos desempeñamos en el ámbito de la promoción social y las mediaciones sociales, debemos estar preparados/as para:

·  Contribuir al enriquecimiento teórico de nuestra disciplina y a la legitimación de su campo.
·  Investigar y comprender la realidad social en la que se interviene y su ligazón con procesos sociales mayores (regionales, nacionales, globales).
·  Entender los aportes teóricos de las ciencias que constituyen las fuentes de la comunicación y manejar las principales categorías sociales.
·  Comprender el mundo objetivo y el subjetivo.
·  Movilizar voluntades y acciones que generen cambios sostenibles y promuevan nuevas relaciones sociales.
·  Responder a las demandas sociales y a las expectativas de servicio profesional.
·  Organizar y conducir iniciativas de servicios de comunicación.

Sobre esta base epistémico-filosófica hay que interrogarse respecto al perfil formativo en la especialidad que se licencia en la membrecía de ciencias de la comunicación desde la Universidad, cuando - paradójicamente - la reflexión y las exigencias de formación científica están distantes respecto a las condiciones actuales que parecieran atender las nociones básicas de “alfabetización” en la materia o retrocediendo a las primeras olas en la formación de nuestra profesión. La comunicación, como disciplina científica y como formación universitaria, debe responder a las necesidades de nuestro ámbito local y regional, con la finalidad de contribuir al desarrollo social y al proceso de humanización que cada vez se torna más urgente.

Según lo expuesto, consideramos que la formación en Comunicación para el desarrollo debe sustentarse en la reflexión y análisis de teorías del desarrollo, teorías comunicacionales y de la compleja dinámica social en el actual proceso de globalización que lo re-configura todo. Se deben proponer materias y desarrollar capacidades que respondan a los retos que la sociedad actual nos plantea a las y los comunicadores, sin caer en la adopción dogmática o en la transcripción acrítica de enfoques de  comunicación para el desarrollo ajenos y foráneos.

- Rosa María Alfaro. Otra brújula. Innovaciones en comunicación y desarrollo. Ed. Calandria. Perú, 2006.

30 de abril de 2012

¿Qué celebramos el 1 de mayo?


Qué lejos estamos del 1 de mayo de 1886, no sólo en la distancia que traza el tiempo sino también en las concepciones y motivaciones de reivindicación que marcaron de rojo esta fecha en el calendario. Ya no se habla más de proletariado aunque la masa asalariada que vive de la venta de su trabajo sea cada vez mayor y sus condiciones más precarias, ya no se habla del movimiento obrero aunque sea tan necesaria su reconfiguración  para la defensa de sus intereses y de su dignidad personal y colectiva. Escuchamos en cambio anunciar el fin de la sociedad del trabajo, aunque realmente señalen el fin de las y los trabajadores, como una de las apocalípticas teorías que acompañan la lógica del pensamiento postmoderno que proclama también el fin de la historia y de las ideologías.

Pero, ¿realmente hablar de proletariados de nuevo tipo, de clase trabajadora, de luchas y derechos laborales corresponde a análisis tardíos de categorías que han sido desplazadas por la nueva dinámica histórica, por las nuevas relaciones de poder, por la nueva configuración económica, por el control financiero del mundo? Si bien las actuales circunstancias han conformado condiciones distintas en las relaciones de trabajo y sociedad, y los trabajadores de hoy son distintos a los trabajadores de finales del siglo XIX, éstos están muy lejos de desaparecer.  

Sin embargo, en esta fase de desarrollo capitalista por la que atravesamos, se ha desprestigiado la organización de los trabajadores, se ha debilitado al movimiento sindical y dispersado su lucha. Las políticas neoliberales además de debilitar el rol del Estado, promueven una cultura individualista que fortalece sus posturas antisindicales y apuntan directamente a la eliminación de derechos económicos, sociales y culturales.

¿Qué nos queda a las y los trabajadores en estas circunstancias? Tal como se observa la situación en nuestro país podríamos pensar que realmente estamos siendo testigos activos  - con nuestra pasividad - de las tesis diluvianas que auguran el fin de la sociedad del trabajo. ¿Quiénes asumen estas preocupaciones? ¿Tal vez el Estado, los partidos o movimientos políticos, los sindicatos (los pocos que quedan), las iglesias, la Universidad, los medios de información, la Cámara de Comercio, la Dirección Regional de Trabajo? ¿Cuál es la preocupación central en este 1 de mayo?

Me pregunto más, ¿es posible que las mujeres trabajadoras del hogar y del espárrago o tal vez los campesinos que siembran el arroz o la caña de azúcar, en sus actuales condiciones de vida y de comprensión, puedan por sí mismos fomentar una reflexión ordenada y un entendimiento claro de su condición y posición que les lleve a actitudes menos  genoflexas y más liberantes? ¿Estamos ante la imposibilidad de que el movimiento de trabajadores se constituya en sujeto político? ¿Qué papel estamos asumiendo los asalariados profesionales, en especial los de ciencias sociales, políticas y económicas, ante estos escenarios?

Urge comprometerse con la formación de conciencia social en los distintos colectivos de trabajadores, recuperar utopías de liberación y justicia social, solidarizarnos con nuestros compañeros y compañeras del trabajo, preferentemente con los de la mano de obra barata y con los expulsados de las planillas. Es necesario salir al frente, buscar tribunas, expresarse, resistir las ideologías dominantes, proponer nuevas lecturas, construir futuro digno con y  para quienes sostienen este mundo.

Imagen del site vozdelperu
Empecemos por no humillar la memoria de mujeres y hombres humanísimos que nos legaron esta fecha con su vida, por no olvidar la gesta obrera y gremialista de Manuel Arévalo y Julio Reynaga aunque ciertos intereses en la desmemoria de las luchas pretendan ocultar. 

Resistamos y rechacemos la vulgarización del día internacional de los trabajadores con celebraciones triviales en las que lo que más sobra es la cerveza y lo que más falta son ideas.

Abramos el debate sobre el trabajo, su diversidad y su devenir, sobre las y los trabajadores y su posibilidad de respuesta a este sistema utilitario y fragmentador, pues sin ellos no puede entenderse la producción de futuro para las sociedades. Sólo dando pasos en esta línea podríamos decir que el 1 de mayo es una celebración.

15 de marzo de 2012

Ser mujer, ser pobre y ser rural


Ser de un pueblo pequeño y rural, debería ser una experiencia grata, entre otras cosas, porque permite una vida más naturalizada, más sencilla y auténtica. Sin embargo, también implica falta de oportunidades de estudio, trabajo esforzado, salarios precarios y sueños rotos. Tal es la condición de marginalidad a la que son sometidos los pueblos rurales (mientras más alejados más marginados), que la construcción de esos sueños parece posible sólo cuando migras a una ciudad en busca de “mejores oportunidades” para vivir. Adaptarse a un medio urbano, lejano y ajeno es la primera parte del sacrificio que se tiene que hacer.

Quienes hemos salido de nuestros ambientes y anhelamos vivir ahí, sabemos que el costo es alto. Pero puede serlo más, si a cuestas traes tu condición de ser mujer, ser rural y ser pobre. Una triada que lejos de ser una fatalidad determinista es consecuencia de condiciones históricas de machismo.

En una ciudad mentirosa y egoísta, las mujeres de esa condición son señaladas, menospreciadas y excluidas. Pero las miles de mujeres que hasta acá llegan, luchan por incluirse y forjar sus propias oportunidades. Y ahí las vemos todos los días, vendiendo tamales en las esquinas, cuidando niños, limpiando casas, lavando ropas, barriendo calles. La mayoría de estos oficios desarrollados en la informalidad y por ende a merced de las injusticias y la vulneración que ello ocasiona.

Si no tuviéramos estas desigualdades entre la ciudad y el campo, si la costa no viviera del sacrificio y la marginación de la sierra, si los territorios urbanos y rurales tuvieran un desarrollo equitativo, si la pobreza no tuviera rostro de mujer, si no fuera necesario abandonar nuestros espacios para tener un futuro diferente; tantas mujeres no tendrían que agachar la cabeza en un mundo que no es el suyo, ni humillarse ante personas que no han luchado ni la mitad que ellas pero “poseen más”, tampoco tendrían que soportar la experiencia de desarraigo de su tierra por un lado y de desencuentro con la ciudad por el otro. ¿Por qué no pueden tener las oportunidades de desarrollo en su propio ámbito? ¿Por qué su esfuerzo en el campo y en sus hogares no es valorado y recompensado justamente? ¿Por qué sus hijos/as no pueden tener oportunidades de estudios y de trabajo dignos?

Este sistema las arroja a un bosque con lobos, las convierte en insumo de servicios baratos, configurando las Fantine de nuestra época, a merced del abuso de un poder  que no siempre reconocemos: el poder de quienes tienen, el poder de quienes saben, el poder de quienes dirigen, el poder de quienes teniendo facultad de hacer algo no actúan, y hasta el poder de quienes sienten que pueden maltratar.

Desde la indignación y el dolor pongo este tema en agenda. Indignación por constatar, en tantas historias y en tantas faldas, la consecuencia de la marginación y la injusticia. Dolor por perder a una de estas mujeres: rural, pobre, trabajadora; justamente en circunstancias de lucha para seguir adelante en una ciudad que nunca la acogió, y perderla de manera tan violenta e injusta a causa de la imprudencia y alteración de un motociclista irresponsable y temerario. E indignación nuevamente porque, a pesar del delito cometido, el sujeto causante de la tragedia, no sólo huye sino que además haciendo abuso de su poder agrede a la hija de la víctima, sin ningún tipo de escrúpulo, para eximirse de culpa alguna. Esta es una manifestación del poder oculto que no alcanzamos a ver, pero que debemos denunciar porque agrava las condiciones de injusticia social.

Obviamente para quienes podemos comprender el juego de los poderes dominantes, evidentes o velados, la muerte de una mujer que llega a la ciudad porque la marginación del campo la expulsó, no sólo representa una noticia roja o una estadística fatal, sino la representación de una sociedad desigual, sexista e injusta. Esta experiencia, tan cercana, tan dura, tan representativa, no puede quedar en la impunidad, y aunque nada devuelva la vida, deberá hacerse justicia para que la sociedad revierta, al menos, algo de lo que esta mujer digna y luchadora le entregó. 

8 de marzo de 2012

Día de las mujeres, tiempo de luchas

La instauración de fechas conmemorativas es importante en cuanto moviliza voluntades y acciones a favor de las causas que representan, pero al igual como sucede con algunos personajes de la historia, su exaltación industrial corre el riesgo de que se conviertan en iconos sin referencia histórica.

Es lo que puede suceder con el día internacional de las mujeres, que se celebra hoy 8 de marzo. En muchas instituciones y centros de trabajo suelen celebrar este día con sendos discursos exaltando la “maravillosa” capacidad de las mujeres para realizar diversos roles y desenvolverse en distintos espacios. Con ramos de flores suele reconocerse esta “omnipresencia” que no es vista más allá del sacrificio y abnegación “naturales” de las mujeres.

Sin embargo, la instauración de un día de las mujeres tiene implicancias más trascendentes que todos y todas debemos considerar. En este sentido, recordemos que es una fecha para re-conocer la lucha de las mujeres por la afirmación de su dignidad de ser humano y de sus derechos, sobre todo los civiles, por los cuales son consideradas como ciudadanas y personas dueñas de sí mismas.

Es una ocasión también para re-conocer al movimiento feminista y su lucha por las reivindicaciones políticas y por la transformación del sistema patriarcal que somete a las mujeres y que refuerza otros ejes de dominación como los de clase, raza, religión, nacionalidad y otros.

Pero el feminismo no sólo ha contribuido desde el activismo sino que éste ha sido acompañado desde la comprensión de la realidad y su posterior teorización, y, desde la teoría social, ha contribuido a la visibilización, cuestionamiento, irracionalización e inmoralización de conductas discriminatorias y de dominación socialmente aceptadas.  Esta visibilización a su vez ha permitido adoptar medidas políticas que favorezcan una vida más segura y con mejores oportunidades para las mujeres. Celia Amorós, desde la academia, nos ayuda a entender este aporte del feminismo como teoría crítica y también política, al mostrar que gracias al movimiento feminista se logró visibilizar la violencia sexista o de género, extrayéndola del ámbito privado hacia la esfera pública, teorizando y concretando una nueva categoría que ha ayudado a  politizar  este fenómeno, en tanto lo deslegitimó y lo puso en el debate público.

Por esta razón, la lucha hacia el reconocimiento de la igualdad del valor de varones y mujeres, y la equidad en la vida social de ambos sexos, ha significado – y aún significa – una lucha compleja que se desarrolla desde la vida privada hasta lo socialmente aceptado y público. Significa también una lucha que debe hacerse desde el activismo y desde la teoría, desde lo institucional y desde lo cotidiano, desde los nombres propios hasta los grupos sociales, desde las mujeres y también desde los varones.

El día internacional de las mujeres es el resultado de una lucha intensa bregada por muchas mujeres como Flora Tristán, Lucretia Mott, Aleksandra Kolontái, Simone de Beauvoir y nuestra María Jesús Alvarado Rivera, sólo por mencionar algunos nombres individuales; pero lo es, sobre todo, del movimiento feminista en su conjunto, que guarda en sí mismo una identidad luchadora y que debe contagiarnos para asumir una posición firme y esclarecida en esta lucha en desarrollo, que no se reduce a una puntualización de calendario.


Imagen tomada del blog Emaus de Javier Palacio M. http://blogemaus.wordpress.com/2011/03/08/mujer/