Es lo que puede suceder con el día internacional de las mujeres, que se
celebra hoy 8 de marzo. En muchas instituciones y centros de trabajo suelen
celebrar este día con sendos discursos exaltando la “maravillosa” capacidad de
las mujeres para realizar diversos roles y desenvolverse en distintos espacios.
Con ramos de flores suele reconocerse esta “omnipresencia” que no es vista más
allá del sacrificio y abnegación “naturales” de las mujeres.
Sin embargo, la instauración de un día de las mujeres tiene implicancias
más trascendentes que todos y todas debemos considerar. En este sentido,
recordemos que es una fecha para re-conocer la lucha de las mujeres por la afirmación
de su dignidad de ser humano y de sus derechos, sobre todo los civiles, por los
cuales son consideradas como ciudadanas y personas dueñas de sí mismas.
Es una ocasión también para re-conocer al movimiento feminista y su
lucha por las reivindicaciones políticas y por la transformación del sistema
patriarcal que somete a las mujeres y que refuerza otros ejes de dominación como
los de clase, raza, religión, nacionalidad y otros.
Pero el feminismo no sólo ha contribuido desde el activismo sino que
éste ha sido acompañado desde la comprensión de la realidad y su posterior
teorización, y, desde la teoría social, ha contribuido a la visibilización,
cuestionamiento, irracionalización e inmoralización de conductas
discriminatorias y de dominación socialmente aceptadas. Esta visibilización a su vez ha permitido adoptar
medidas políticas que favorezcan una vida más segura y con mejores
oportunidades para las mujeres. Celia Amorós, desde la academia, nos ayuda a
entender este aporte del feminismo como teoría crítica y también política, al
mostrar que gracias al movimiento feminista se logró visibilizar la violencia
sexista o de género, extrayéndola del ámbito privado hacia la esfera pública,
teorizando y concretando una nueva categoría que ha ayudado a politizar
este fenómeno, en tanto lo deslegitimó y lo puso en el debate público.
Por esta razón, la lucha hacia el reconocimiento de la igualdad del
valor de varones y mujeres, y la equidad en la vida social de ambos sexos, ha
significado – y aún significa – una lucha compleja que se desarrolla desde la
vida privada hasta lo socialmente aceptado y público. Significa también una
lucha que debe hacerse desde el activismo y desde la teoría, desde lo
institucional y desde lo cotidiano, desde los nombres propios hasta los grupos
sociales, desde las mujeres y también desde los varones.
El día internacional de las mujeres es el resultado de una lucha intensa
bregada por muchas mujeres como Flora Tristán, Lucretia Mott, Aleksandra
Kolontái, Simone de Beauvoir y nuestra María Jesús Alvarado Rivera, sólo por
mencionar algunos nombres individuales; pero lo es, sobre todo, del movimiento
feminista en su conjunto, que guarda en sí mismo una identidad luchadora y que
debe contagiarnos para asumir una posición firme y esclarecida en esta lucha en
desarrollo, que no se reduce a una puntualización de calendario.
Imagen tomada del blog Emaus de Javier Palacio M. http://blogemaus.wordpress.com/2011/03/08/mujer/
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