La
práctica de comunicación en las ONGD si bien ha avanzado de la difusión de
actividades a través de los medios informativos, aún está lejos de promover perfiles
dialógicos y propuestas de una comunicación para el desarrollo madura, atenta a
los procesos culturales, socioeconómicos, políticos y a las condiciones
subjetivas del ser humano, partícipe central de las iniciativas de desarrollo.
Tal
situación es perfectamente entendible, puesto que es consecuencia del abordaje
operario de la formación de comunicadores/as y del acercamiento instrumental
que desde sus inicios ha tenido la
comunicación a las propuestas de desarrollo.
Ya lo revela Rosa María Alfaro, en su libro Otra brújula: “Para muchos la comunicación resulta ser una
confluencia de habilidades y experticias más prácticas, como la publicidad, el
periodismo, la producción de programas y campañas de marketing, etc., cuyos
sustentos teóricos ingresan muy débilmente, en algunos casos son casi inexistentes
(…) Los acercamientos (entre comunicación y desarrollo) desde un inicio fueron
completamente desiguales porque el desarrollo fue pensado como políticas de
transformación social, frente a una realidad reconocida como desigual y la comunicación,
definida como herramienta de acción definiéndose así un lastimoso ingreso instrumental.
Es decir si bien en el primer caso se da un anclaje disciplinario, en el
segundo su aparición es sólo metodológicamente útil. De allí que el principal
perfil profesional exigido a la comunicación era y aún es el del productor de
medios y materiales o el organizadores de campañas publicitarias” (Rosa María
Alfaro; 2006: 18).
El
reto es avanzar hacia la ruta de una comunicación no instrumental sino como
disciplina social clave para el perfilamiento de políticas de desarrollo y para
los objetivos de transformación social. Éste es un camino – en el decir de Rosa
María Alfaro – de incertidumbres, que
debemos recorrer, recogiendo los aprendizajes y las teorías más frescas y
avanzadas en materia de comunicación y desarrollo, para seguir aportando como
comunicadoras/es, desde una perspectiva disciplinar, a la transformación social.
Este
esfuerzo debe corresponder en general a todos los desempeños de comunicadores/as,
y contrastar la actual actuación
prioritariamente operativa que se impone en la región, debido a la orientación
‘tecnicista’ que predomina en la formación universitaria de comunicaciones, pareciendo
ésta una extensión de la formación operativa que antecedió la enseñanza como
disciplina social en las universidades. En otros términos, la re-edición de
viejos nudos conceptuales, técnicos u operacionales, legitimados con “nuevas
vestiduras universitarias”, expresa el pensamiento y la práctica comunicacional
en vinculación con antiguas consideraciones y entendimientos.
Frente
a estas condiciones, deberíamos preguntarnos: ¿qué tipo de formulaciones y
propuestas en comunicación se deberían producir, de tal manera que las
diferencias sociales que se observan no se profundicen?, ¿qué tipo de
formulaciones y propuestas en comunicación se deberían producir, de tal manera
que las diferencias que se observan pudieran superarse?
Esta
reflexión debe ser una preocupación constante en las escuelas de Ciencias de la
comunicación. Ante estas inquietudes, considero que los comunicadores/as,
especialmente los que nos desempeñamos en el ámbito de la promoción social y
las mediaciones sociales, debemos estar preparados/as para:
·
Contribuir al enriquecimiento teórico de
nuestra disciplina y a la legitimación de su campo.
·
Investigar y comprender la realidad social
en la que se interviene y su ligazón con procesos sociales mayores (regionales,
nacionales, globales).
·
Entender los aportes teóricos de las
ciencias que constituyen las fuentes de la comunicación y manejar las
principales categorías sociales.
·
Comprender el mundo objetivo y el
subjetivo.
·
Movilizar voluntades y acciones que generen
cambios sostenibles y promuevan nuevas relaciones sociales.
·
Responder a las demandas sociales y a las
expectativas de servicio profesional.
·
Organizar y conducir iniciativas de
servicios de comunicación.
Según lo expuesto, consideramos
que la formación en Comunicación para el desarrollo debe sustentarse en la
reflexión y análisis de teorías del desarrollo, teorías comunicacionales y de
la compleja dinámica social en el actual proceso de globalización que lo
re-configura todo. Se deben proponer materias y desarrollar capacidades que
respondan a los retos que la sociedad actual nos plantea a las y los
comunicadores, sin caer en la adopción dogmática o en la transcripción acrítica
de enfoques de comunicación para el
desarrollo ajenos y foráneos.
- Rosa María Alfaro. Otra brújula. Innovaciones en comunicación y desarrollo. Ed. Calandria. Perú, 2006.
No hay comentarios:
Publicar un comentario