Pero,
¿realmente hablar de proletariados de nuevo tipo, de clase trabajadora, de
luchas y derechos laborales corresponde a análisis tardíos de categorías que
han sido desplazadas por la nueva dinámica histórica, por las nuevas relaciones
de poder, por la nueva configuración económica, por el control financiero del
mundo? Si bien las actuales circunstancias han conformado condiciones distintas
en las relaciones de trabajo y sociedad, y los trabajadores de hoy son
distintos a los trabajadores de finales del siglo XIX, éstos están muy lejos de
desaparecer.
Sin
embargo, en esta fase de desarrollo capitalista por la que atravesamos, se ha
desprestigiado la organización de los trabajadores, se ha debilitado al
movimiento sindical y dispersado su lucha. Las políticas neoliberales además de
debilitar el rol del Estado, promueven una cultura individualista que fortalece
sus posturas antisindicales y apuntan directamente a la eliminación de derechos
económicos, sociales y culturales.
¿Qué
nos queda a las y los trabajadores en estas circunstancias? Tal como se observa
la situación en nuestro país podríamos pensar que realmente estamos siendo
testigos activos - con nuestra pasividad
- de las tesis diluvianas que auguran el fin de la sociedad del trabajo.
¿Quiénes asumen estas preocupaciones? ¿Tal vez el Estado, los partidos o
movimientos políticos, los sindicatos (los pocos que quedan), las iglesias, la
Universidad, los medios de información, la Cámara de Comercio, la Dirección
Regional de Trabajo? ¿Cuál es la preocupación central en este 1 de mayo?
Me
pregunto más, ¿es posible que las mujeres trabajadoras del hogar y del
espárrago o tal vez los campesinos que siembran el arroz o la caña de azúcar,
en sus actuales condiciones de vida y de comprensión, puedan por sí mismos fomentar
una reflexión ordenada y un entendimiento claro de su condición y posición que
les lleve a actitudes menos genoflexas y
más liberantes? ¿Estamos ante la imposibilidad de que el movimiento de
trabajadores se constituya en sujeto político? ¿Qué papel estamos asumiendo los
asalariados profesionales, en especial los de ciencias sociales, políticas y
económicas, ante estos escenarios?
Urge
comprometerse con la formación de conciencia social en los distintos colectivos
de trabajadores, recuperar utopías de liberación y justicia social,
solidarizarnos con nuestros compañeros y compañeras del trabajo, preferentemente
con los de la mano de obra barata y con los expulsados de las planillas. Es
necesario salir al frente, buscar tribunas, expresarse, resistir las ideologías
dominantes, proponer nuevas lecturas, construir futuro digno con y para quienes sostienen este mundo.
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Imagen del site vozdelperu |
Empecemos
por no humillar la memoria de mujeres y hombres humanísimos que nos legaron
esta fecha con su vida, por no olvidar la gesta obrera y gremialista de Manuel
Arévalo y Julio Reynaga aunque ciertos intereses en la desmemoria de las luchas
pretendan ocultar.
Resistamos y rechacemos la vulgarización del día
internacional de los trabajadores con celebraciones triviales en las que lo que
más sobra es la cerveza y lo que más falta son ideas.
Abramos
el debate sobre el trabajo, su diversidad y su devenir, sobre las y los
trabajadores y su posibilidad de respuesta a este sistema utilitario y fragmentador,
pues sin ellos no puede entenderse la producción de futuro para las sociedades.
Sólo dando pasos en esta línea podríamos decir que el 1 de mayo es una
celebración.
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