1 de noviembre de 2012

La comunicación y su relación con el desarrollo


La relación entre comunicación y desarrollo se fundamenta en una premisa elemental: la comunicación es dimensión básica de las relaciones humanas y socioculturales y toda acción de desarrollo se sitúa en estas relaciones subjetivas, objetivas y complejas. La comunicación es necesaria para  la articulación de actores sociales que protagonizan los procesos de desarrollo.


Al decir de Alfaro (2006:79), se trata de “una comunicación viva que compromete los imaginarios y deseos de la gente en la línea de resolver sus problemas, alimentar esperanzas o sueños, generar cambios sostenibles y salir adelante, siendo protagonistas de la ruta emprendida”. Si bien estas reflexiones nos ofrecen con claridad la vinculación entre comunicación y desarrollo, tal situación requiere un análisis amplio que atienda la complejidad de esta relación, la misma que no ha sido suficiente para explicar estos procesos que por añadidura son dinámicos y cambiantes.

Comunicación y Desarrollo son dos conceptos con su propio contenido teórico que en el campo de la práctica primero, y de las ciencias sociales luego, se han ido articulando, produciendo un nivel de complejidad que ha merecido un abordaje específico en algunas cátedras universitarias y en instituciones comprometidas con acciones de cambio social.

Existe un debate teórico sobre la naturaleza de la comunicación y la definición de su campo. Del mismo modo, “la noción de desarrollo estuvo siempre en crisis, provista de reduccionismos o en proceso de modificación” (Alfaro;2006:19), es así que la reflexión sobre desarrollo se encuentra en una re-construcción permanente, según la dinámica histórico-social y las distintas posiciones teóricas e ideológicas con las que se aborda, cada una de las cuales ha elaborado sus propias propuestas y enfoques de desarrollo.  

Siendo así que la comunicación y el desarrollo suponen campos de estudio particulares y pragmáticas de acción específicas, su convergencia en el plano de las ideas, las concepciones y la praxis de intervención, han hecho necesario un esfuerzo integrador en el devenir de las ciencias sociales, dando lugar a trabajos interdisciplinarios a los que la comunicación se acerca tímidamente aún.

Las reflexiones teóricas recientes sobre comunicación para el desarrollo la han rescatado de la reducción instrumentalista y han permitido que la entendamos como un proceso de diálogo privado y público, a través del cual las personas deciden quiénes son, qué quieren y cómo pueden obtenerlo. En suma, facilita que las personas vayan asumiendo protagonismo activo y consciente de los procesos de su comunidad y sean dueñas de su propio discurso personal y social.

En el Congreso Mundial de Comunicación para el Desarrollo, realizado en Roma en el 2006, se le definió como un proceso social basado en el diálogo usando un amplio abanico de instrumentos y de métodos. Requiere de la búsqueda de un cambio a diferentes niveles que incluya la escucha, la construcción de la confianza, compartir el conocimiento y las habilidades, la construcción de políticas, el debate y el aprendizaje a favor de cambios importantes y significativos.

A pesar de estas definiciones, consideramos que la comunicación para el desarrollo es una categoría en constante revisión; coincidiendo con Cristian Ozaeta, quien la considera como un constructo actual y permanente (Gularte y otros; 2008: 50).

Su definición se hace más compleja cuando nos preguntamos: ¿si es comunicación para el desarrollo, para qué desarrollo se implementa?, ¿qué modelo de desarrollo busca?, ¿qué comunicación es necesaria?

Las respuestas a estas interrogantes  pueden ser distintas, de acuerdo al enfoque de desarrollo en el que se enmarcan las propuestas de comunicación. Por esta razón, a pesar de sostener el término de comunicación para el desarrollo, convertido en categoría, la consideramos como una comunicación para la transformación social. Es decir, no subordinada a un enfoque de desarrollo impuesto, sino como constructora de procesos endógenos – desde la concepción e intereses de las comunidades – hacia la generación de cambios significativos en las estructuras sociales y en las estructuras subjetivas de las personas.

Por ello, la comunicación para el desarrollo requiere no sólo una práctica metodológica, sino -ante todo- la capacidad de poner en debate las concepciones y enfoques predominantes del desarrollo, observar con rigurosidad analítica lo que hasta ahora se ha realizado, lo que se ha logrado y lo que ha resultado un fracaso; tratando de explicar los sentidos de estas intervenciones.

No se trata de acoplarnos a la renovada hegemonía del desarrollo, impulsada por organismos financieros internacionales, sino de trabajar en las posibilidades de la comunicación para la promoción de la liberación personal y de la transformación social.

Finalmente, considero que la comunicación para el desarrollo en nuestros países del sur, debe ser reconstruida permanentemente por nuevas teorías, por propuestas más propias, congruentes con nuestras realidades y con las experiencias que vayamos desarrollando. Le es necesario también una dosis de doctrina disciplinar, no para sesgar los aportes que desde la investigación científica logre ni para retroceder a  purismos disciplinares, sino, para estimular su estudio y práctica, guiándola por principios de justicia, humanización, respeto, auto-determinación, equidad y liberación.

Referencias bibliográficas:
Alfaro, Rosa María. (2006). Otra brújula. Innovaciones en comunicación y desarrollo. Ed. Calandria. Perú.
Gularte, Eduardo y otros. (2008). Otra comunicación para otro desarrollo. Ed. Centro de Comunicación para el Desarrollo. Guatemala.

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