7 de marzo de 2013

RECUPERAR EL CONTENIDO POLÍTICO DEL DÍA DE LA MUJER


El día internacional de la mujer tanto como el feminismo tienen, en sus antecedentes y orígenes, una gesta política.

De hecho, fue en 1910 durante la Internacional Socialista, reunida en Copenhague, que se declaró por primera vez el Año Internacional de la Mujer Trabajadora, atendiendo la solicitud de Clara Zetkin, feminista y militante comunista alemana.

Al año siguiente en países como Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, se celebró por primera vez esta fecha que buscaba reivindicar los derechos de las mujeres y su participación en la política.

Echando un vistazo a la historia se aprecia la profunda significación política que tiene el día internacional de la mujer y el aporte desde las posiciones políticas de izquierda en la lucha por la emancipación femenina.

Son muchas las mujeres que participaron en esta tarea histórica. Pero sólo una más me permito referir por su vinculación con nuestro país: Flora Tristán, precursora del pensamiento feminista, cuyo paso por el Perú le significó la publicación de Peregrinaciones de una paria. Su posición política y su convicción feminista la convierten en una de las primeras mujeres en hablar de unión obrera, de la lucha de proletarios, inyectando a su feminismo un análisis de clase que luego daría lugar al feminismo marxista.

En homenaje a la génesis de estas luchas, es necesario revalorar el contenido político que el día de la mujer posee.

Sus esfuerzos, movimientos y luchas deben recobrar significación política. Así como el feminismo debe recuperar valoración social, salvándose de ser reducido a la noción de género, como insumo de intervenciones de promoción del ‘desarrollo’, desvinculada de su connotación política y transformadora.

Reflexionemos sobre nuestra condición política y las posibilidades que tenemos para enfrentar las relaciones de dominación y subordinación en un sistema capitalista globalizado. Honremos a esas mujeres que se politizaron, que se enfrentaron a las estructuras de dominio, que produjeron grandes transformaciones con sus luchas.

Recuperemos el valor de la política,  no temamos la militancia, ganemos el espacio público, definamos nuestras propias agendas, cuestionemos las relaciones de poder, reavivemos el feminismo, cuidando que nos acompañe el sentido crítico, sin que nos confundan los discursos de gobiernos y posiciones neoliberales que con sutileza se han apropiado y han instrumentalizado el lenguaje y las propuestas históricamente reivindicadas por  posturas críticas.  

Feminismo, política, pensamiento crítico no son malas palabras. Aunque pueden tornarse peligrosas para el statu quo.

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