I. INTRODUCCIÓN
Se hace necesario que desde campo académico de la
comunicación se contribuya a la interpretación de la realidad compleja por la
que atraviesa la sociedad peruana cada vez que se manifiestan conflictos
sociales. Según el último reporte presentado por la Defensoría del Pueblo
(julio, 2015), en el país existen 210 conflictos sociales. De los cuales 149
están activos y 61 latentes. De lejos, los conflictos socioambientales son los
más numerosos, 141 según el reporte y de éstos 93 son relacionados a la minería
(Recuperado de http://www.defensoria.gob.pe/blog/la-defensoria-registro-210-conflictos-sociales-en-junio/).
A principios de este año estalló el conflicto surgido por la ejecución del
proyecto minero “Tía María” ubicado en la provincia de Islay en la región de
Arequipa.
Este conflicto ha sido protagonizado por distintos
actores sociales que se agrupan en: el Estado peruano, representado por las
instituciones públicas de nivel nacional y local-regional. En el primer nivel
se mencionan al Ministerio de Economía y Finanzas, el Ministerio de Energía y
minas, y al Presidente de la República. En el nivel local-regional han tenido
presencia actores políticos como los alcaldes distritales de Deán Valdivia, Punta de Bombón y Cocachacra;
así como el burgomaestre de la provincia de Islay. La gobernadora de la Región
Arequipa ha tenido una participación más discreta, manteniéndose en una
posición más neutral. De otro lado, los actores vinculados directamente al
conflicto son: la empresa minera Southern Copper y representantes de la
sociedad civil de las comunidades afectadas (campesinos/as, miembros de juntas
de usuarios de riego, de rondas campesinas, gremios de trabajadores, etc.).
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Foto: Diario El Comercio |
Este contexto de
conflictividad surge a raíz de que la empresa minera presentó en el año 2011 un
estudio de impacto ambiental deficiente en el que la UNOPS, organismo de las
Naciones Unidas para la asistencia técnica de proyectos reportó 138
observaciones. Además de los antecedentes de contaminación del río Ilo por
parte de Southern Copper. En la
interacción de estos actores sociales se han ido construyendo discursos
antagónicos que polarizaron el diálogo desde posiciones enunciativas desiguales
en cuanto al acceso a los medios de difusión masiva,
que son finalmente quienes recrean la discursividad desde la posición hegemónica en la que se encuentran.
Por tanto, esta investigación se propone
interpretar las relaciones comunicativas en la trama social generada en el
conflicto medioambiental Tía María desde una perspectiva crítica que considera
a la hegemonía como categoría central de análisis. Para ello, se han identificado las prácticas
comunicativas de los actores sociales, su acceso a medios tradicionales y
alternativos, observándolos desde la dualidad hegemónica y contra hegemónica de
la comunicación. Esta realidad problemática interpela a la comunicación y a
quienes estamos en el plano académico, desde este oficio ¿cómo podemos aportar
al afianzamiento de una cultura más democrática, en un contexto de
concentración mediática?, para dar una posible respuesta a tal interrogante se
recurre a las nociones de Antonio Gramsci sobre el papel de los intelectuales y
la pertinente diferenciación que realiza entre los intelectuales orgánicos y
los intelectuales tradicionales; así como, a las nociones de Gonzalo Portocarrero
que plantean la contribución de los intelectuales para anteponer valores
civilizatorios, tan necesarios en estos contextos.
II. DESARROLLO
Hegemonía
y contra hegemonía en la comunicación
Gramsci rescata el
concepto de hegemonía de su significación militar para explicar, desde el plano
cultural, su connotación ideológico-política con la que hace referencia a la
visión mayoritaria sobre el mundo y su funcionamiento, construida por la clase
dominante y asimilada acríticamente por gran parte de las clases sociales subalternas
como una visión propia. Se convierte de esta manera en la visión naturalizada y por lo tanto
legítima de la realidad (Wortman, 2007).
Esta
noción explica el papel hegemónico de los medios de difusión como legitimadores
de la ideología dominante, ya que masifican y uniformizan el pensamiento
político de las mayorías. Construyen voceros fiables que producen explicaciones
sobre los problemas sociales y ofrecen las soluciones correctas. La disputa por
el poder de la comunicación es a todas luces desigual. Apenas pueden aparecer
algunas voces contra hegemónicas que planteen una mirada crítica y desde la
perspectiva de contraria.
Esta
concepción de las relaciones entre hegemónicos y subalternos implica asumir que
no hay simetría entre las instancias emisoras y receptoras. Superando la
ingenuidad de ciertos análisis que interpretaban el principio de
indeterminación del sentido formulado por Verón como libertad resignificadora
absoluta de los receptores, entendemos que algunos sujetos ostentan mayor
legitimidad a la hora de generar sentidos (Uranga, 2007:21).
Althusser advierte que
los aparatos ideológicos del Estado (AIE) no son solo los medios de
comunicación, también se encuentran otras organizaciones existentes en la
sociedad, como la escuela, la iglesia, la familia, los partidos
políticos. Althusser (1977) citado por Zino Torrazza (2000) explica que "Todos
los aparatos estatales funcionan a la vez mediante la represión y la ideología,
con la diferencia que el Aparato (Represivo) Estatal funciona de modo
prevaleciente por la represión, mientras que los AIE funcionan
predominantemente de modo ideológico”. Recuperado de http://www.ub.edu/penal/docs/ARE_AIE.htm

El concurso de los medios masivos de información
tiene un papel protagónico en esta polaridad discursiva. La concentración de
medios en manos del grupo El Comercio, vinculado también a empresas
comprometidas con el rubro minero, posiciona el discurso de los voceros de la
economía liberal, reducido a una simplista oposición entre “anti-mineros
radicales” y “pro-mineros democráticos”. Con la complicidad del silencio y
pasividad de un Estado dependiente, los medios cumplen su papel de legitimador ideológico
y van posicionando, fuera de la trama comunicativa en la que se da el conflicto,
el discurso hegemónico que abraza con optimismo el modelo económico neoliberal,
respaldados por voceros de la empresa minera y por representantes del Poder
Ejecutivo (Presidente de la República y ministros de Estado) en una alianza
Gobierno-Empresa que promueve a la actividad minera como generadora de
desarrollo, desoyendo y descalificando las preocupaciones del movimiento social
que la resiste.
El papel parcializado de la prensa nacional y el
desgaste de un sistema económico que va perdiendo legitimidad en las bases
sociales a las que excluye ha ido fermentando un frente de resistencia contra hegemónica
concretada en el movimiento social arequipeño, sostenido por las bases
sociales, dando lugar a nuevas formas orgánicas como el de las mujeres de Islay
surgidas en esta coyuntura con una identidad vigorosa y que marcharon con
firmeza evidenciando una alianza que no es común observar en otras circunstancias.
Esta observación es respaldada por la participación de los reservistas,
licenciados del Ejército Peruano, que han concurrido de distintas partes de la
región para sumarse a las marchas del campesinado, constituyendo un elemento de
particular significación. Aportaron a la contextualización de este discurso contra
hegemónico, el compromiso de representantes del Estado en su expresión de
gobierno local, los alcaldes distritales y el alcalde provincial de Islay.
Situación, esta última, nada subestimable
ya que visibiliza ciertas fisuras del Estado entre su expresión central
y local. Tal como lo señala Uranga “Los sujetos van configurando a lo largo de
su experiencia en la sociedad el campo de efectos posibles, determinados
sentidos que cuentan con una mayor disposición a ser escuchados, leídos,
percibidos” (2007:21).
¿Y
los intelectuales de la comunicación?
Gramsci considera que todos los hombres, al margen de su profesión,
manifiestan alguna actividad intelectual, y ya sea como filósofo, artista u
hombre de gusto, participa de una concepción del mundo, observa una consecuente
línea de conducta moral y, por consiguiente, contribuye a mantener o a
modificar un concepto universal, a suscitar nuevas ideas. Pocas profesiones y
actividades intelectuales como las de la comunicación, están involucradas
directamente con la construcción de sentidos en la sociedad, de ello resulta
indispensable que se reflexione respecto al grado de conciencia política y la consecuente
posición que tienen las y los comunicadores frente a su realidad (Recuperado de
http://www.abogadonotariopr.com/images/SP/la_formacion.pdf).
El intelectual construye un público gracias a un uso imaginativo,
poético, del lenguaje. Un uso que conmueve, que emociona y moviliza, pues
redefine la percepción del presente y hace nacer la esperanza de un mejor
futuro. Despierta ilusiones en torno a la posibilidad de hacer algo grande, hermoso
y verdadero (Portocarrero, 2015:14).
Esta visión del intelectual reúne una aspiración idealista de los
intelectuales, una visión necesaria para estos tiempos de hegemonía, pero un
reto en un contexto como el actual en la que la figura del intelectual está sujeta
a los desafíos que el mercado plantea en su lógica instrumental. Los comunicadores
no solo no están exentos de ella sino que en su formación les han convencido que parte de su función es
dar sostenibilidad a este sistema. Al respecto Martín Serrano hace una crítica
a la formación universitaria de los comunicadores:
En el ámbito de la comunicación los contenidos
instrumentales fácilmente se confunden con los conocimientos que instrumentan.
Así sucede cuando la formación técnica de los futuros profesionales de la
comunicación está orientada principal o exclusivamente a la explotación
inescrupulosa de las tecnologías y de las mañas del oficio; a capacitar a los y
las estudiantes para que algún colectivo haga determinadas 2 cosas de
determinada forma (por ejemplo, comprar, votar, trabajar). (2005:2-3).
Frente a esta realidad Martín Serrano rescata el aporte de la teoría de
la comunicación en la formación científica de los comunicadores, la misma que
debe proveerle de conciencia respecto al uso instrumental que puede llegar a
tener la comunicación, siendo capaz de distinguir entre la obra del científico
y la del manipulador. Esta distinción del comunicador científico y del
comunicador instrumental sirve para explicar, haciendo un paralelo, la clasificación
de intelectuales que hace Gramsci entre orgánicos y tradicionales,
respectivamente.
La formación de los estamentos intelectuales en la realidad concreta no
se produce en un terreno democrático abstracto, sino conforme a procesos
históricos tradicionales muy precisos. Se crean por las capas que
tradicionalmente "producen" intelectuales y que son las mismas que
habitualmente se especializan en el "ahorro", o sea, la pequeña y la
media burguesía del campo y algunos estratos de las de la ciudad. (Gramsci. Recuperado
de http://www.abogadonotariopr.com/images/SP/la_formacion.pdf).
El tipo de intelectual que destaca Gramsci es el ligado orgánicamente al
desarrollo de la organización política de la dase obrera. Este nuevo tipo de
intelectual dirigente se caracteriza por el conocimiento de los problemas de la
producción, de la técnica y de la economía. Responde a las demandas del seno
social y ejerce una posición contra la hegemonía.
Por su parte Portocarrero sostiene que “otra faceta de modernidad en el
intelectual es la apelación al diálogo y la razón. No son verdades de fe
proclamadas por alguna autoridad lo que él defiende. Son los valores
civilizatorios en principio aceptados por todos” (2015:14).
Este es el papel que le corresponde a los comunicadores, que dotados de
un entendimiento crítico de la realidad y de su propia profesión, se constituya
en un nuevo tipo de intelectual, vinculado a los frentes culturales que emergen
en resistencia contra hegemónica en la interioridad de esta sociedad moderna, aportando en la transmisión de valores
civilizatorios que contribuyan a una nueva formación social.
El
quehacer de la comunicación para el cambio social
Construir espacios desde la comunicación en los lugares del conflicto es
importante para el ejercicio ciudadano visto desde otra perspectiva. La democracia
también se construye generando espacios para la discusión con los
distintos actores sociales. La comunicación para el cambio social lo logra
haciendo uso del vínculo irrompible entre ciudadanía y bien común. Así fortalecemos la participación de los
actores inmediatos de diferentes luchas que han venido siendo disminuidas en la
mayoría de los medios de comunicación. De esta manera también estamos haciendo
surgir espacios de resistencia contra hegemónica.
La comunicación
alternativa es un instrumento de la lucha popular contra el poder, de ahí que
una de las diferencias fundamentales entre la teoría de la comunicación
alternativa y la teoría de la comunicación dominante deba encontrarse en la
teoría del emisor y en las condiciones de producción de signficado”. (Moragas
Spa, en Vidal Beneyto, 1979, p.78. Recuperado de
Esta comunicación
alternativa, que haga frente a la hegemonía instalada por los grandes medios de
comunicación, se hace más necesaria en un contexto convulso como el del Perú y
sus conflictos socioambientales. Arequipa ha demostrado, desde lo local, ser
capaz de articular propuestas de resistencia movilizadas contra el poder económico.
En este nivel tenemos que promover nuevas formas de comunicación, y hacer uso
de la alternatividad que pueden ofrecernos los medios tradicionales o las
plataformas virtuales que bien acompañan a estos procesos de cambio social. (Rodríguez,
Obregón y Vega. 2002)
III. A MODO DE CONCLUSIÓN
Las relaciones comunicativas observadas en la trama
social del conflicto medioambiental Tía María evidencian una disputa desigual por
el poder simbólico que ejerce la discursividad expresada en las prácticas
sociales en este contexto de conflictividad. Sin embargo, a pesar de tal
desigualdad, hay una esperanza que puede ser fortalecida por una comunicación
alternativa y por un nuevo tipo de intelectual de la comunicación, uno orgánico
y articulado a las bases sociales, vinculado a los frentes culturales contra hegemónicos.
Tarea pendiente que podemos trabajar desde el ámbito académico, en la
formación de las y los comunicadores para posicionar valores civilizatorios congruentes
con los sentidos más hondos que tiene la comunicación: un ponerse en común para
el bien común.
IV. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Gramsci, A. La
formación de los intelectuales. Recuperado de
http://www.abogadonotariopr.com/images/SP/la_formacion.pdf
Martín Serrano, M.
(2005). ¿Para qué estudiar teoría de comunicación).
Recuperado de
http://www3.ulima.edu.pe/Revistas/contratexto/pdf/art2.pdf
Portocarrero, G. (2015).
“Introducción al libro La urgencia de decir nosotros” PDF
Rodríguez, C., Obregón,
R., Vega, M. (2002). Estrategias de
comunicación para el cambio social.
Quito,
Ecuador: Friedrich Ebert Stiftung.
Wortman, A. (2007). Capítulo II.
Hegemonía, globalización cultural y concentración de medios. El
lugar del intermediario cultural en una
Argentina devastada. En publicación: Construcción
imaginaria de la desigualdad
social. Argentina:CLACSO.
Zino, J.
(2000) La estructura social, Murcia, Universidad Católica
San Antonio (en prensa). http://www.ub.edu/penal/docs/ARE_AIE.htm