INTRODUCCIÓN:
Cerca de cuatro siglos antes de Cristo, Aristóteles
había advertido la naturaleza política del ser humano. El zoon politikon[1]
se manifiesta en la vida social y en los espacios culturales que los seres
humanos vamos construyendo en comunidad, en la interacción tanto interpersonal
como la mediada por las nuevas tecnologías. Necesitamos del entorno y de los
demás para sobrevivir. ¿Y qué hace posible esta convivencia sino la
comunicación que nos permite ponernos en común? ¿Y qué hace posible o imposible
la comunicación?[2]
Estas preguntas nos invitan a la reflexión y al
análisis de nuestro territorio académico, la comunicación. No se pretende
ensayar respuestas acabadas, sino por el contrario, develar la complejidad que
ellas encierran y anclar – tal vez – en interrogantes más específicas que
permitan reconocer aspectos presentes en la trama de nuestra convivencia pero
que no han sido suficientemente atendidos.
La primera pregunta guiará el desarrollo del presente
ensayo; la segunda es una pregunta ontológica, de implicancias teóricas
rigurosas, que no pueden ser resueltas en un trabajo puntual como el presente;
sin embargo, se la refiere para considerar situaciones y contextos de desencuentro que entorpecen la
comunicación en la vida en comunidad.
Con estas premisas se analizarán los encuentros y
desencuentros entre comunicación, ciudadanía y sociedad. Esto es, observar la
dimensión política del ser humano, expresada en la convivencia con su entorno y
en las decisiones que va tomando, a partir de la comunicación (encuentro) o
incomunicación (desencuentro) que se presenten; analizados en un contexto
local-regional.
I.
Desencuentros internos en la comunicación
El encuentro entre la ciencia y la comunicación se ha
dado tardíamente. “La mayoría de autores señalan que los primeros estudios de
comunicación se desarrollaron en las tres primeras décadas del siglo XX, aunque
tuvieron antecedentes en el siglo anterior, siendo los planteamientos
filosóficos y sociológicos referentes a la sociedad de masas, los primeros
esfuerzos investigativos” (Lozano; 2007: 20).
Hace menos de un siglo que la psicología conductista
se interesó en estudiar de qué manera los medios masivos servían como estímulos
y producirían respuestas en una masa de receptores.[3] Tiempos en los que la
sociología crítica y la filosofía europea interpretaban el papel de las industrias
culturales, especialmente de los medios masivos de información, como formadores
de pseudocultura afín a la sociedad de consumo capitalista.[4]
En la década de los 40 del siglo que nos antecede, los
estudios de la sociología funcionalista ponen en entredicho la omnipotencia de
los medios y destacan la influencia personal en el impacto de las audiencias.[5]
Posteriormente se pone sobre el tapete de la
comunicación masiva, el papel activo de las audiencias y su capacidad de usar a
los medios según su conveniencia.[6]
En estudios más recientes, en el último tercio del
siglo XX, aparecen los estudios culturales que nos ofrecen otra perspectiva en
la comprensión de la comunicación, considerando las condiciones y
características de cada cultura en la recepción que se hacen de los mensajes
masivos.[7]
En Latinoamérica ha ido madurando el campo académico
de la comunicación y sus producciones científicas gracias a los aportes de la
llamada Escuela Latinoamericana de la
comunicación[8]
(Marques de Melo, 2009); caracterizándose por sus estudios de fuerte
implicancia cultural en el que se toma en cuenta como elementos activos de la
comunicación que llevan a descentrar los estudios de los medios a las
mediaciones socio-culturales.
Quedan pendientes de la referencia otras aproximaciones
importantes al estudio de la comunicación, tales como los enfoques semióticos,
cibernéticos, económicos, entre otros.
De lo mencionado anteriormente podemos señalar que el
desarrollo del estudio científico de la comunicación masiva ha ido madurando a
partir del aporte teórico de distintas disciplinas. Sin embargo, se observa que
la comunicación no se reduce al campo de las mediaciones tecnológicas sino la
reconocemos viva y reproduciendo la vida en comunidad.
Aquí podemos identificar un primer desencuentro
interno de la comunicación como perspectiva científica. Serrano, M. (2005)
considera que el enfoque ateórico de la enseñanza de la comunicación empobrece
la formación universitaria y degrada el quehacer de los comunicadores a la
reproducción de técnicas sin comprensión de las implicancias de la comunicación
en la vida social.
Las demandas laborales crecientes en nuestra sociedad,
sumadas a la mercantilización de los servicios educativos y a la preponderancia
de la moral del éxito profesional como símil de beneficio lucrativo, promueven
que las propuestas de carreras universitarias (dentro de ellas la comunicación)
se orienten a formativas pragmáticas, funcionales al status quo sin capacidad de interrogar el sistema social y sus
exclusiones, menos de generar alternativas de cambios desde los distintos
campos de la ciencia. Constatándose la distancia de la Universidad peruana para
adentrarse y responder a las necesidades sociales.
Alfaro advierte que esto:
trae
como consecuencia, el entendimiento generalizado y sesgado
de la comunicación desde una perspectiva operaria e instrumental, con
comunicadores/as que no se sienten interpelados/as como profesionales para
enunciar o identificar problemas sociales, generar análisis y discusión sobre
los mismos, comprender los procesos histórico-sociales que atraviesan nuestra
sociedad, generar debate sobre los enfoques y propuestas de desarrollo,
respondiendo a las demandas de discusión que de allí surgen (Alfaro, 2006: 39).
De este primer desencuentro señalado, se deriva otro: el de la
comunicación con la investigación científica. El comportamiento de la
investigación en comunicación es limitado, reduciéndose a trabajos
universitarios encasillados en el paradigma positivista[9] que las mismas
universidades promueven, reduciendo opciones de investigaciones cualitativas o
de enfoque mixto que exploren, interpreten y ahonden en la comprensión de
fenómenos comunicativos más allá de sus mediciones cuantitativas y que permitan
formular nuevas rutas de indagación.
Este escenario nos indica que no
existe, aún, una articulación visible o efectiva entre el compromiso de ciencia
universitario y el ámbito de la acción social pública o privada. Pudiendo ser
estos espacios potenciales para la prestación investigativa y de aplicaciones
profesionales, en ámbitos de mucho valor como las intersecciones de la
comunicación con el desarrollo y el cambio social. Este desencuentro entre la
comunicación, como propuesta académica y la sociedad será revisado en el
siguiente punto.
II.
Desencuentros comunicativos en un contexto de
exclusión e inclusión
Tomando la reflexión de Amartya Sem[10] sobre exclusión, habremos
de interrogarnos respecto a las situaciones de exclusión que se dan en nuestro
ámbito local y regional; distinguiendo las situaciones de inclusión desigual.
Sem considera la exclusión como una forma de
privación, por ejemplo la violación del derecho al trabajo implicará una
violación de derecho a través de la exclusión. Sin embargo; distingue el concepto
de inclusión desigual. No tener acceso al trabajo es estar excluido, mientras
que trabajar en condiciones precarias es un ejemplo de inclusión desigual, ya
que aún incluido recibe menos de lo que le corresponde. (Sem, 1993)
La recomendación de Sem (1993: 30) de “tener presentes
las dos modalidades de desigualdad y trato desfavorable y carente de equidad –
tanto en la exclusión como en la inclusión – y de no confundir la una con la
otra”, nos demanda a los comunicadores capacidades para analizar la realidad
social, especialmente aquellos subsistemas de exclusión, pero sobre todo
capacidades para realizar propuestas de transformación.
Alfaro considera a la comunicación válida por sí
misma, útil y central en los procesos de desarrollo alejándose de la concepción
simple que la reconoce sólo como un complemento de los programas de desarrollo.
Ella sostiene que la comunicación no sólo aporta metodológicamente al
desarrollo, sino que es también, un fin de éste, vista la comunicación “como
objeto mismo de transformación de la sociedad y de los sujetos que la componen”
(Alfaro, 1993: 11).
Compartiendo las nociones de Alfaro, es que se vincula
a la comunicación como alternativa de acción en el propósito de reducir brechas
o silencios en el discurso del Estado que no responden a necesidades ciudadanas
de alta urgencia, como el de comprender oportunamente y con claridad la
naturaleza de las políticas sectoriales. La comunicación entendida como
relación (Alfaro, 1993) debe procurar el levantamiento de la opinión ciudadana
y el encuentro con las instancias públicas.
“El concepto de encuentro,
entendido como el ámbito en el que fluyen las apelaciones y respuestas, puede
convertirse en el referente paradigmático de toda pedagogía bien centrada. De
ese modo, educarse en el lenguaje
auténtico[11]
haría posible alcanzar la soberanía del sujeto y contribuiría a la construcción
intercultural de la convivencia y el conocimiento”. (Godenzzi, 2005: 205).
Se entiende entonces que las condiciones de calidez
producidas por este acercamiento expresa la posibilidad de socialización del
Estado frente a los vacíos o ausencias que afligen a la relación ciudadanía-Estado.
Así como Alfaro (1993) trae como referencia el
concepto de “El retorno al sujeto” de los Mattelart, en referencia a las nuevas
concepciones teóricas de la comunicación y el desarrollo, que sustantivizan al
sujeto como agente de la historia;
también las prácticas de la comunicación deben alentarse considerando otras
nociones válidas como las de Sem que no reduce el desarrollo a las condiciones
económico-materiales, sino lo equipara con la práctica de libertades.
Una en especial es preciso resaltar, la libertad de agencia, cuyo propósito es
construir un sujeto agente, capaz de realizar las acciones que decide llevar a
cabo. (Cortina, 2009).
Este enfoque de desarrollo de Sem trasciende el
enfoque de necesidades y propone uno basado en las capacidades del ser humano,
en su libertad de hacer y ser. Esta propuesta de desarrollo, que reafirma a la
humanidad como centro, requiere una concepción y práctica comunicativa que
identifique situaciones de exclusión, supere distancias, consolide presencias y
establezca encuentros a partir del interés común.
En su texto Primero
la gente, Sem invoca una frase de Millian, para referir que la democracia
debe incluir un “gobierno por debate”. Asimismo, citando a Rawls sostiene que
los acuerdos a los que se lleve en democracia deben ser tomados por “agentes
razonables”. Dice Sem (1993: 45):
Para lograr esa característica de lo
razonable es necesaria la voluntad política de individuos dispuestos a superar
los límites de sus propios intereses específicos. Pero plantea igualmente
exigencias sociales para ayudar a un discernimiento justo, que incorpore el
acceso a la información pertinente,
la oportunidad de escuchar diversos
puntos de vista, y la posibilidad de estar expuesto a discusiones y debates públicos y abiertos.[12]
Se distingue la inspiración del universo individual
que va al encuentro de las complejidades sociales alimentado por valores de
solidaridad y justicia, con necesidad de información oportuna y útil, y con
amplitud para escuchar la voz de las diversidades en el juicio público abierto.
Esta propuesta de Sem dimensiona lo comunicativo como elemento central y articulador
para lograr una política distinta, una que responda –desde lo razonable – al
bien común.
Se entiende entonces, como ineludible la concurrencia
disciplinar y el concurso decidido, consciente y organizado de los
comunicadores/as para materializar la superación de desencuentros y el
aseguramiento de la superación de las exclusiones.
III.
La incertidumbre que nos hará avanzar
Como se ha señalado, el reconocimiento y la superación
de los desencuentros constituyen el motivo central del quehacer de la
comunicación y los comunicadores/as; mucho más en una escena histórico-social
con graves implicancias pero con hermosas expectativas por alcanzar el
paradigma democrático como un horizonte concreto y cercano que alcance las
justas aspiraciones de las mayorías sociales, como agentes y constructores de
su propia historia.
Las expectativas están sobre la comunicación, nos
corresponde estar a la altura de ellas, para eso debemos enfrentar nuestros
propios desencuentros y responder con soluciones a por lo menos cinco
situaciones:
- La fragmentación
temática de las propuestas de desarrollo con la consiguiente pérdida del
sentido de integralidad que requieren las propuestas de cambio social.
- La
despolitización de la comunicación, que la aleja de su carácter movilizador y
de su capacidad de construcción ciudadana. Así como la desconexión entre
desarrollo y democracia, donde ambos aparecen como opciones diferenciadas y
optativas.
- La marginación de
la cultura de las propuestas de comunicación y del desarrollo. Escaso
conocimiento de las dinámicas culturales y de los factores que la alteran.
- La visión
acrítica del modelo de desarrollo económico hegemónico y de las nuevas
configuraciones desiguales que produce la globalización.
- Desconocimiento
del ciudadano como agente activo, complejo y heterogéneo.
Frente a estos
horizontes habrá que seguir interrogando a la comunicación:
¿Qué tipo de
formulaciones y propuestas en comunicación se deberían producir de tal manera
que las diferencias sociales que se observan no se profundicen?
¿Qué tipo de
formulaciones y propuestas en comunicación se deberían producir de tal manera
que las diferencias que se observan pudieran superarse?
Interrogantes que las
debemos contrastar necesariamente con nuestra realidad y desde los paradigmas
cualitativos de la ciencia que nos invitan a profundizar en implicancias
sociales concretas para despejar interrogantes y producir respuestas.
BIBLIOGRAFÍA
Alfaro, R. (1993). Una comunicación para otro desarrollo. Lima, Calandria.
------------. (2006). Otra brújula. Innovaciones en comunicación y desarrollo. Lima,
Calandria.
Carbonel,
L. (2012). Tesis: Carácter de las
investigaciones en comunicación en las
Universidades
de Trujillo. Escuela
de Ciencias de la comunicación, Universidad Nacional de Trujillo.
Cortina,
A. (2009). Pobreza y libertad: erradicar
la pobreza desde el enfoque de
Amartya
Sem. Madrid, Tecnos.
Godenzzi, J. (2005). En
las redes del lenguaje. Cognición discurso y sociedad en
los andes. Lima, Universidad del Pacífico.
Marques de Melo, J. (2009). Pensamiento comunicacional latinoamericano.
Entre el
saber y el poder. España:
Comunicación social, ediciones y publicaciones.
- Lozano, J. (2007). Teoría e investigación de la
comunicación de masas. México:
Pearson Educación.
- Sem, A. (1993). Primero la gente: una mirada desde la ética del desarrollo a los
principales problemas del mundo globalizado. Barcelona,
Deusto.
- Serrano, M. (2007). Teoría de la Comunicación, la comunicación,
la vida y la sociedad. España:
McGraw-Hill.
[1] Expresión griega escrita por el filósofo estagirita Aristóteles en su
obra Política (libro I), para hacer referencia a la naturaleza
cívica de los hombres.
[2] Esta segunda pregunta es
el punto de partida del comunicólogo catalán Manuel Martín Serrano para el
desarrollo de su teoría de comunicación. Véase:
Martín, Manuel (2007) Teoría de la comunicación. La comunicación, la vida y la
sociedad, Madrid, Mc Graw-Hill.
[4] La Escuela de Frankfurt desarrolla la teoría crítica para analizar la
sociedad moderna y sus implicancias en la vida de las personas.
[8] Marques de Melo sostiene que la afirmación de la mirada latinoamericana,
reivindica la identidad sociocultural de los estudios de la comunicación en
nuestra megarregión y enfrenta el tradicional complejo del colonizado. (2009: 25-26)
[9] El 95% de las
investigaciones de las Escuelas de Ciencias de la comunicación de las Universidades
trujillanas son cuantitativas, según lo demuestra la tesis de Carbonel, L.
(2012)
[10] Economista indio,
galardonado con el premio Nóbel de economía (1998), proponente del modelo de
desarrollo humano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario