A propósito del aniversario de creación política de mi distrito
Celebrar
un aniversario más de creación política nos debe invitar a preguntarnos sobre
la razón de nuestro distrito, de nuestro pueblo, interrogarnos también sobre su
horizonte, hacia dónde vamos o hacia dónde lo llevamos.
He
vivido más de la mitad de mi vida en San José, 16 años, que tal vez no suene
mucho pero han sido significativos y determinantes. Tuve que salir porque si se
trata de ser un profesional, las oportunidades ahí no las encuentras. Entonces
la vida te arroja a alguna ciudad cercana, o no tanto, tal vez a un país
distante como fuerza de trabajo sin calificación y por ende con un salario que
te obliga a ser austero si quieres recompensar el sacrificio de alejarte de los
tuyos.
A mí
no me tocó un distanciamiento mayor, menos definitivo. Los vínculos con el
terruño – como suelo llamarlo – son muchos, y en realidad sigo siendo parte de
él. Reconozco que el mayor vínculo debe ser el de correspondencia. No puedo decir que San José
me haya dado las opciones que necesitaba para desarrollarme académica y
profesionalmente, pero sí me ha enseñado – cuando ni siquiera lo comprendía – el pluralismo, la diversidad,
la constancia y la vida sencilla.
Elementos
que han ido moldeando mi consciencia política y mi posición crítica frente a la
vida y el estado de cosas, que me permiten ahora examinar la situación de este
pueblo mío, que ahora cumple 156 años de creación política.
Los
pueblos no desarrollan en la misma velocidad
que su edad cronológica. 156 años supondría contar con un distrito
políticamente maduro, socialmente
estable, económicamente sólido.
Sin
embargo, por diversas causas, entre ellas la marginación, la desidia, la
desorganización social, la falta de consciencia crítica, la corrupción, la
dependencia y la ignorancia; San José se encuentra en una situación que es cada
vez más preocupante y que nos debería
ocupar mucho más.
La
descomposición social – que aprisiona a muchos pueblos – se refleja en el
elevado consumo de alcohol, en la incorporación a actos delictivos de jóvenes y
adolescentes, el micro-comercio de droga y su consumo; es un escenario que no
quisiéramos tener en el distrito, pero que está presente y no debemos evadir.
Como
ciudadanas/os nos corresponde una cuota de responsabilidad por la situación en
la que San José se encuentra, debemos asumir
el compromiso de aportar con el desarrollo del distrito y de su gente, devolver
con trabajo y con ideas, los años de cobijo.
Es
responsabilidad también de las autoridades locales, regionales, nacionales,
sectoriales, hacer un trabajo eficiente y proveer mayor inversión pública que
redunde en un desarrollo integral, que priorice el desarrollo humano,
especialmente de niños/as y adolescentes, que promueva oportunidades de estudio
y trabajo, que fortalezca la vocación productiva del distrito y garantice calidad de vida a su
población.
Las
potencialidades están en nuestro propio seno, las personas, la tierra generosa,
el paisaje, la historia, la tradición, el futuro. Es momento de reconocernos
parte de una ciudadanía activa, heredera de un territorio sorprendente, ser
parte de la construcción comunitaria de un distrito más justo, más solidario,
más libre.
Mi
compromiso personal es fehaciente, invoquemos el compromiso social de todos y
todas, pongamos a disposición nuestras capacidades, talentos y posibilidades.
Que los años de vida de nuestro distrito se noten en nuestras calles, en
nuestras familias, en nuestras instituciones y en nuestra gente.