30 de abril de 2012

¿Qué celebramos el 1 de mayo?


Qué lejos estamos del 1 de mayo de 1886, no sólo en la distancia que traza el tiempo sino también en las concepciones y motivaciones de reivindicación que marcaron de rojo esta fecha en el calendario. Ya no se habla más de proletariado aunque la masa asalariada que vive de la venta de su trabajo sea cada vez mayor y sus condiciones más precarias, ya no se habla del movimiento obrero aunque sea tan necesaria su reconfiguración  para la defensa de sus intereses y de su dignidad personal y colectiva. Escuchamos en cambio anunciar el fin de la sociedad del trabajo, aunque realmente señalen el fin de las y los trabajadores, como una de las apocalípticas teorías que acompañan la lógica del pensamiento postmoderno que proclama también el fin de la historia y de las ideologías.

Pero, ¿realmente hablar de proletariados de nuevo tipo, de clase trabajadora, de luchas y derechos laborales corresponde a análisis tardíos de categorías que han sido desplazadas por la nueva dinámica histórica, por las nuevas relaciones de poder, por la nueva configuración económica, por el control financiero del mundo? Si bien las actuales circunstancias han conformado condiciones distintas en las relaciones de trabajo y sociedad, y los trabajadores de hoy son distintos a los trabajadores de finales del siglo XIX, éstos están muy lejos de desaparecer.  

Sin embargo, en esta fase de desarrollo capitalista por la que atravesamos, se ha desprestigiado la organización de los trabajadores, se ha debilitado al movimiento sindical y dispersado su lucha. Las políticas neoliberales además de debilitar el rol del Estado, promueven una cultura individualista que fortalece sus posturas antisindicales y apuntan directamente a la eliminación de derechos económicos, sociales y culturales.

¿Qué nos queda a las y los trabajadores en estas circunstancias? Tal como se observa la situación en nuestro país podríamos pensar que realmente estamos siendo testigos activos  - con nuestra pasividad - de las tesis diluvianas que auguran el fin de la sociedad del trabajo. ¿Quiénes asumen estas preocupaciones? ¿Tal vez el Estado, los partidos o movimientos políticos, los sindicatos (los pocos que quedan), las iglesias, la Universidad, los medios de información, la Cámara de Comercio, la Dirección Regional de Trabajo? ¿Cuál es la preocupación central en este 1 de mayo?

Me pregunto más, ¿es posible que las mujeres trabajadoras del hogar y del espárrago o tal vez los campesinos que siembran el arroz o la caña de azúcar, en sus actuales condiciones de vida y de comprensión, puedan por sí mismos fomentar una reflexión ordenada y un entendimiento claro de su condición y posición que les lleve a actitudes menos  genoflexas y más liberantes? ¿Estamos ante la imposibilidad de que el movimiento de trabajadores se constituya en sujeto político? ¿Qué papel estamos asumiendo los asalariados profesionales, en especial los de ciencias sociales, políticas y económicas, ante estos escenarios?

Urge comprometerse con la formación de conciencia social en los distintos colectivos de trabajadores, recuperar utopías de liberación y justicia social, solidarizarnos con nuestros compañeros y compañeras del trabajo, preferentemente con los de la mano de obra barata y con los expulsados de las planillas. Es necesario salir al frente, buscar tribunas, expresarse, resistir las ideologías dominantes, proponer nuevas lecturas, construir futuro digno con y  para quienes sostienen este mundo.

Imagen del site vozdelperu
Empecemos por no humillar la memoria de mujeres y hombres humanísimos que nos legaron esta fecha con su vida, por no olvidar la gesta obrera y gremialista de Manuel Arévalo y Julio Reynaga aunque ciertos intereses en la desmemoria de las luchas pretendan ocultar. 

Resistamos y rechacemos la vulgarización del día internacional de los trabajadores con celebraciones triviales en las que lo que más sobra es la cerveza y lo que más falta son ideas.

Abramos el debate sobre el trabajo, su diversidad y su devenir, sobre las y los trabajadores y su posibilidad de respuesta a este sistema utilitario y fragmentador, pues sin ellos no puede entenderse la producción de futuro para las sociedades. Sólo dando pasos en esta línea podríamos decir que el 1 de mayo es una celebración.