24 de septiembre de 2014

EL LENGUAJE COMO INSTRUMENTO DE DOMINACIÓN

Comprender al lenguaje como tecnología ayuda a percatarse del uso que se hace de él, a entender que en sí mismo está por encima del bien y del mal. 

Cuando asumí esta idea, entonces, entendí cómo era posible que el habla culta, pulcra y bien elaborada sea usada para promover, mantener y profundizar condiciones de dominación mental y de todo tipo. Ejemplos de ello los encontramos en la historia, grandes oradores se han servido de su capacidad expresiva para manipular, adoctrinar y domesticar a multitudes. 

Entonces, también me cuestioné sobre las observaciones y críticas – en su mayoría altisonantes y con no poca carga discriminatoria – que se les hace a las personas que "no hablan bien". No se distingue la procedencia de las personas, aspecto que marca el habla individual de cada uno. Si alguien procede una comunidad rural que cuenta con características propias de expresión, seguro que marcará su manera de hablar. Habrá personas que “aprendan a hablar” y para ello tendrán que desaprender su propia palabra porque de lo contrario serán juzgados y categorizados como personas incultas y no aptas para asumir responsabilidades reservadas para personas de habla culta.

El lenguaje tiene una carga simbólica que la mayoría no sabe distinguir y por ello podemos sumarnos a una corriente que categoriza a las personas según cómo se adecuan al status quo oral y social. 

Si trasladáramos la atención puesta en la corrección del habla a la corrección de los actos, otro sería nuestro tema. Los pensamientos y convicciones no sólo se traducen con el lenguaje oral, es más a veces no hay palabras para expresarlos; pero nuestras acciones y actitudes son las que finalmente los concretizan.