¿Cómo entender la situación de subordinación de muchas
mujeres? Una lectura integral de este problema nos conduce a un análisis que va
más allá de los indicadores de violencia física.
Hablar de violencia de género, demanda hablar de
poder y de las relaciones inequitativas que del ejercicio de éste hacen los
varones en relación a las mujeres.
Luis Bonino, sustentado a su vez en el análisis
del sociólogo francés Foucault, señala dos acepciones popularmente utilizadas:
El poder autoafirmativo, por el cual
se tiene la capacidad de hacer, el poder personal de existir, decidir y
autoafirmarse, y que requiere para su ejercicio de legitimidad social; y, el poder de dominio, que da capacidad y
posibilidad de control y dominio sobre la vida o los hechos de los otros (y las
otras), básicamente para lograr obediencia y lo de ella derivada. En este
segundo tipo de poder, que es el de quien ejerce la autoridad, se usa la
tenencia de los recursos para obligar a interacciones no recíprocas, y el
control puede ejercerse sobre cualquier aspecto de la autonomía de la persona a
la que se busca subordinar (pensamiento, sexualidad, economía, capacidad decisoria,
etc.).
En sociedades androcéntricas como la nuestra, estas
manifestaciones de poder son ejercidas por los varones sobre las mujeres,
siendo aprendidas por generaciones y produciendo relaciones desiguales entre géneros,
y por ende una situación de subordinación de ellas.
Estas relaciones inequitativas, que han ido
ubicando a los varones en el ámbito público (participación política, trabajo
remunerado, prestigio social) y a las mujeres en el ámbito privado (rol
reproductivo, exclusión del recurso económico, menor valoración social), obedecen
a múltiples factores ideológicos, económicos y políticos, históricamente
configurados. Precisamente, una de las formas más evidentes de esta asimetría
de poder, es la división sexual del trabajo, más presente en países
dependientes, que excluye a las mujeres de la actividad económica en la vida
social, poniéndolas en desventaja y vulnerables.
Es oportuno reconocer todas estas asimetrías tanto
en el ámbito familiar como en la vida social, para enfrentarlas con propuestas
visibles y efectivas en ambos planos.
Como se ha señalado, hablar de violencia contra las
mujeres, es un tema complejo y definitivamente no es sólo un tema de violencia
física, también se trata de otras formas invisibilizadas de violencia que se
producen tanto en las relaciones de pareja como en las relaciones sociales,
principalmente del trabajo y la educación.
Imágenes tomadas del blog: http://smfdiario.blogspot.com/2009/11/no-la-violencia-de-genero-y-otros.html